martes, 17 de noviembre de 2015

Homenaje a Moyser Aguiar: Creador del Teatro Debate, otro de los dispositivos del Teatro Espontáneo

·                                 Ayer falleció  Moyses Aguiar, nuestro homenaje sincero a su aportación al teatro espontáneo , como profesional y como persona. Gran compañero de  teatrada espontánea, tu teatro debate me hizo abrir los sentidos de que el teatro espontáneo multiplica la mirada y abre otros territorios para explorar. Llegar a al Foro Latinoméricano de teatro espontáneo en Uruguay en 2009 y escuchar tu mirada sobre el teatro espontáneo,me abrió el corazón y la mente, persona humana y cálida quedarás  en mi recuerdo. Alto vuelo amigo.
Aquí dejamos su ponencia abriendo el III Foro Latinoamericano de Teatro Espontáeno, en Montevido en Uruguay en Septiembre de 2009

    El teatro espontáneo busca crear condiciones para que las personas puedan expresarse con libertad y, así, no sólo encontrarse, sino también construir sus propios caminos.
Moyses Aguiar 
       

Lo que puedo hacer es tratar de identificar, asumiendo que miro desde adentro, los vectores que dinamizan ese movimiento, atribuyéndoles un sentido. Esos vectores, con el sentido que les atribuyo, aportan rumbos, que son una mezcla de concreciones  y deseos. La visión del futuro es el diseño del deseo bosquejado con trazos de la realidad.
Identifico la vocación del teatro espontáneo a través de algunas características que constituyen su identidad. Supongo, que cuando esas características son respetadas, con certeza algo bueno va a suceder. No hablo de que vaya a ser un suceso, porque no me agrada la idea de suceso, por su connotación ideológica estrechamente vinculada al ideario capitalista salvaje. La idea de suceso presupone un objetivo preciso a alcanzar y que puede ser definido previamente. No es el caso del teatro que practicamos, porque nunca sabemos adonde va a llegar. Aunque sepamos cuales son nuestros deseos, asumidos o secretos. 
Para las consideraciones de este momento, pretendo destacar tres de esas características del teatro espontáneo.
La primera, es que es una forma de arte. Aunque en su historia encontremos una conexión con la psicoterapia, especialmente con el psicodrama, uno de sus despliegues mas notables. Más el propio movimiento de la historia, que nos lleva a la recuperación de su potencial, nos coloca mas cerca del arte que de la psicología.
Si tomamos esa vocación y tratamos de profundizarla, buscando actualizar nuestras potencialidades en cuanto visión artística, con certeza algo nuevo va a acontecer. La tentación que enfrentamos es la de encarar el teatro espontáneo de manera simplista: lo tomamos como sinónimo de playback y decimos “basta que alguien cuente una historia, que vamos a escenificar”. Entretanto esa reducción se muestra inadecuada e imprecisa, no sólo porque existen muchos formatos de teatro espontáneo además del playback, sino también porque son innumerables las preguntas que se instalan para la formulación estética: desde la forma como recibimos al público y hacemos el caldeamiento, pasando por los dispositivos facilitadores de sus manifestaciones, por la elaboración dramatúrgica y la escenificación, hasta lo que acontece después. Todo hace parte de un conjunto artístico, cuyo perfeccionamiento nunca tiene fin. Cada puerta de la creatividad que abrimos nos lleva a muchas otras, en un proceso rizomático de multiplicación de desafíos y de posibilidades.
Y ahí se coloca la cuestión del arte pura versus el arte aplicada. Podemos, si, utilizar el arte del teatro espontáneo como herramienta de transformación, porque el propio arte es en si transformador, como forma de conocimiento y como experiencia de vida. Lo que constituye desafío es apostar por ese poder transformador a partir del propio arte y, así, utilizarlo tanto como terapia como dispositivo socioeducativo.
 La segunda característica es la producción colectiva, que diferencia el teatro espontáneo de las otras formas de teatro, como de todas las modalidades de arte individual. Todo el proceso implica la participación de un sinnúmero de actores, que precisan estar sintonizados, abiertos, sensibles y dispuestos, entregados. Así, no podemos pensar en desarrollar sólo habilidades teatrales centradas en una persona, ya sea la del director, la del actor, la del músico, la del iluminador, la del productor, o quien quiera que sea. La construcción es conjunta, el desarrollo también.
El hecho de ser una construcción colectiva tiene algunas implicaciones. Una de ellas es que es de fundamental importancia para el desarrollo del teatro espontáneo que seamos capaces de compartir nuestros trabajos, nuestras realizaciones, nuestros descubrimientos, nuestras invenciones como grupos. El aislamiento nos debilita como cualquier órgano que se amputa del organismo, como cualquier parte que se saca del todo, en un proceso de mutilación mutua.
Las companias de teatro espontaneo son en si mismas colectividades que son parte a la vez de colectividades mas amplias, en al menos dos líneas. Una de ellas es la comunidad dentro de la cual tienen su actuación, a la cual llevan su mensaje y con la cual construyen la vivencia de creación escénica. La otra es la colectividad de todos aquellos que hacen teatro espontáneo, en la misma ciudad, en el mismo país, y en el mundo entero. El intercambio entre grupos nos coloca dentro de esa perspectiva, expandida en el tiempo y en el espacio. En verdad, esa colectividad mas amplia está construyendo el teatro espontáneo, como producción de arte, como producción de conocimiento, como ampliación de la calidad de vida y nosotros hacemos parte de ella, querámoslo o no. El desafío es superar la omnipotencia que nos aísla y potenciar esa participación,  creyendo en el mutuo fortalecimiento y en la potencia creativa de la alimentación recíproca.
El tercer punto a ser considerado como característica del teatro espontáneo es su vocación libertaria. Este sentido político, cuando no se considera, configura una negación de la realidad, con todas las consecuencias imaginables. Hacer teatro espontáneo no es, pues, ni neutralidad ni prédica  ideológica, en el sentido de presentar fórmulas listas para la solución de problemas de cualquier naturaleza,  de difundir formas de conductas a ser seguidas, de defender intereses hegemónicos.
El teatro espontáneo busca crear condiciones para que las personas puedan expresarse con libertad y, así, no sólo encontrarse, sino también construir sus propios caminos. 
Las personas que hacen teatro espontáneo deben, por eso mismo, vivenciar su propia libertad, para que puedan crear, para que puedan sintonizarse profundamente con el público y proporcionarle la oportunidad de también experimentar la libertad de pensar, sentir, expresarse y crear.
Así, el teatro espontáneo no puede ser aprisionado en instituciones, en la medida en que estas, como instinto de sobrevivencia, coloquen obstáculos a la plena libertad de creación, ya sea bajo la forma de cánones, o bajo la forma de restricción de oportunidades.
Dentro del espíritu libertario, a nadie cabe, por ejemplo, decidir si lo que alguien o un grupo hace es o no teatro espontáneo.
Aquí se configura una contradicción: en el momento en que yo digo lo que considero son las características del teatro espontáneo, de alguna forma estoy diciendo que lo que se hace y que  no se encuadra en esas características, no es teatro espontáneo. Al pretender la inclusión, excluyo. Es irónico, pero así es: mis palabras representan un posicionamiento personal, a partir de mi libertad, sin ninguna autorización para contradecir a quien piense de forma diferente.
Avanzando en la contradicción, la afirmación de que el teatro espontáneo se hace para promover la libertad es una posición política pétrea, lo que nos desautoriza el hacer teatro espontáneo buscando cualquier otro objetivo que no sea la promoción de la libertad, especialmente aquellos objetivos vinculados a la imposición de patrones de conducta y valores al servicio de fuerzas sociales hegemónicas.
En términos de visión de futuro, esos tres parámetros me parecen fundamentales para que el teatro espontáneo pueda cumplir su misión. El desafío es llevar adelante y profundizar esa propuesta.

(Traducción: Yani Nuñez)
(Publicado en Campo Grupal Nº 130, febrero de 2011)

En setiembre de 2009 en vísperas al III Foro Latinoamericano de Teatro Espontáneo, tuvo lugar en Montevideo un panel sobre “Teatro espontáneo: visiones hacia el futuro”, en el que participaron: Moyses Aguiar, Gustavo Aruguete, Mario Flores y Rasia Friedler (coordinación).



Es muy difícil hacer previsiones sobre el futuro de un movimiento tan rico y complejo como lo es  el teatro espontáneo. Especialmente  para quien está metido en él hasta el fondo del alma. Al respecto pienso que me falta distanciamiento para tener una mirada más amplia, para vislumbrar su inserción en el contexto global y acompañar su trayectoria en su articulación con otros movimientos socioculturales. 

Lo que puedo hacer es tratar de identificar, asumiendo que miro desde adentro, los vectores que dinamizan ese movimiento, atribuyéndoles un sentido. Esos vectores, con el sentido que les atribuyo, aportan rumbos, que son una mezcla de concreciones  y deseos. La visión del futuro es el diseño del deseo bosquejado con trazos de la realidad.
Identifico la vocación del teatro espontáneo a través de algunas características que constituyen su identidad. Supongo, que cuando esas características son respetadas, con certeza algo bueno va a suceder. No hablo de que vaya a ser un suceso, porque no me agrada la idea de suceso, por su connotación ideológica estrechamente vinculada al ideario capitalista salvaje. La idea de suceso presupone un objetivo preciso a alcanzar y que puede ser definido previamente. No es el caso del teatro que practicamos, porque nunca sabemos adonde va a llegar. Aunque sepamos cuales son nuestros deseos, asumidos o secretos. 
Para las consideraciones de este momento, pretendo destacar tres de esas características del teatro espontáneo.

La primera, es que es una forma de arte. Aunque en su historia encontremos una conexión con la psicoterapia, especialmente con el psicodrama, uno de sus despliegues mas notables. Más el propio movimiento de la historia, que nos lleva a la recuperación de su potencial, nos coloca mas cerca del arte que de la psicología.
Si tomamos esa vocación y tratamos de profundizarla, buscando actualizar nuestras potencialidades en cuanto visión artística, con certeza algo nuevo va a acontecer. La tentación que enfrentamos es la de encarar el teatro espontáneo de manera simplista: lo tomamos como sinónimo de playback y decimos “basta que alguien cuente una historia, que vamos a escenificar”. Entretanto esa reducción se muestra inadecuada e imprecisa, no sólo porque existen muchos formatos de teatro espontáneo además del playback, sino también porque son innumerables las preguntas que se instalan para la formulación estética: desde la forma como recibimos al público y hacemos el caldeamiento, pasando por los dispositivos facilitadores de sus manifestaciones, por la elaboración dramatúrgica y la escenificación, hasta lo que acontece después. Todo hace parte de un conjunto artístico, cuyo perfeccionamiento nunca tiene fin. Cada puerta de la creatividad que abrimos nos lleva a muchas otras, en un proceso rizomático de multiplicación de desafíos y de posibilidades.

Y ahí se coloca la cuestión del arte pura versus el arte aplicada. Podemos, si, utilizar el arte del teatro espontáneo como herramienta de transformación, porque el propio arte es en si transformador, como forma de conocimiento y como experiencia de vida. Lo que constituye desafío es apostar por ese poder transformador a partir del propio arte y, así, utilizarlo tanto como terapia como dispositivo socioeducativo.

 La segunda característica es la producción colectiva, que diferencia el teatro espontáneo de las otras formas de teatro, como de todas las modalidades de arte individual. Todo el proceso implica la participación de un sinnúmero de actores, que precisan estar sintonizados, abiertos, sensibles y dispuestos, entregados. Así, no podemos pensar en desarrollar sólo habilidades teatrales centradas en una persona, ya sea la del director, la del actor, la del músico, la del iluminador, la del productor, o quien quiera que sea. La construcción es conjunta, el desarrollo también.

El hecho de ser una construcción colectiva tiene algunas implicaciones. Una de ellas es que es de fundamental importancia para el desarrollo del teatro espontáneo que seamos capaces de compartir nuestros trabajos, nuestras realizaciones, nuestros descubrimientos, nuestras invenciones como grupos. El aislamiento nos debilita como cualquier órgano que se amputa del organismo, como cualquier parte que se saca del todo, en un proceso de mutilación mutua.
Las companias de teatro espontaneo son en si mismas colectividades que son parte a la vez de colectividades mas amplias, en al menos dos líneas. Una de ellas es la comunidad dentro de la cual tienen su actuación, a la cual llevan su mensaje y con la cual construyen la vivencia de creación escénica. La otra es la colectividad de todos aquellos que hacen teatro espontáneo, en la misma ciudad, en el mismo país, y en el mundo entero. El intercambio entre grupos nos coloca dentro de esa perspectiva, expandida en el tiempo y en el espacio. En verdad, esa colectividad mas amplia está construyendo el teatro espontáneo, como producción de arte, como producción de conocimiento, como ampliación de la calidad de vida y nosotros hacemos parte de ella, querámoslo o no. El desafío es superar la omnipotencia que nos aísla y potenciar esa participación,  creyendo en el mutuo fortalecimiento y en la potencia creativa de la alimentación recíproca.

El tercer punto a ser considerado como característica del teatro espontáneo es su vocación libertaria. Este sentido político, cuando no se considera, configura una negación de la realidad, con todas las consecuencias imaginables. Hacer teatro espontáneo no es, pues, ni neutralidad ni prédica  ideológica, en el sentido de presentar fórmulas listas para la solución de problemas de cualquier naturaleza,  de difundir formas de conductas a ser seguidas, de defender intereses hegemónicos.
El teatro espontáneo busca crear condiciones para que las personas puedan expresarse con libertad y, así, no sólo encontrarse, sino también construir sus propios caminos. 
Las personas que hacen teatro espontáneo deben, por eso mismo, vivenciar su propia libertad, para que puedan crear, para que puedan sintonizarse profundamente con el público y proporcionarle la oportunidad de también experimentar la libertad de pensar, sentir, expresarse y crear.
Así, el teatro espontáneo no puede ser aprisionado en instituciones, en la medida en que estas, como instinto de sobrevivencia, coloquen obstáculos a la plena libertad de creación, ya sea bajo la forma de cánones, o bajo la forma de restricción de oportunidades.
Dentro del espíritu libertario, a nadie cabe, por ejemplo, decidir si lo que alguien o un grupo hace es o no teatro espontáneo.
Aquí se configura una contradicción: en el momento en que yo digo lo que considero son las características del teatro espontáneo, de alguna forma estoy diciendo que lo que se hace y que  no se encuadra en esas características, no es teatro espontáneo. Al pretender la inclusión, excluyo. Es irónico, pero así es: mis palabras representan un posicionamiento personal, a partir de mi libertad, sin ninguna autorización para contradecir a quien piense de forma diferente.
Avanzando en la contradicción, la afirmación de que el teatro espontáneo se hace para promover la libertad es una posición política pétrea, lo que nos desautoriza el hacer teatro espontáneo buscando cualquier otro objetivo que no sea la promoción de la libertad, especialmente aquellos objetivos vinculados a la imposición de patrones de conducta y valores al servicio de fuerzas sociales hegemónicas.
En términos de visión de futuro, esos tres parámetros me parecen fundamentales para que el teatro espontáneo pueda cumplir su misión. El desafío es llevar adelante y profundizar esa propuesta.

(Traducción: Yani Nuñez)
(Publicado en Campo Grupal Nº 130, febrero de 2011)